Mitología China: La creación del Universo

Cuenta una antigua leyenda china que en el  comienzo de todo lo que existe; cuando el tiempo aún no era tiempo y las tinieblas y el caos gobernaban el universo; en esa infinita oscuridad que tenía forma de huevo negro, nació Pangu.
Pangu, se  incubaba dentro del huevo, alimentándose de él y descansando dentro de él. 
Llegó el momento en que finalmente despertó y ya como un gigante; al estirarse rompió la cáscara del huevo donde había estado encerrado.
La parte clara del huevo, luminosa, ascendió y formó los cielos (YANG), la materia fría y turbia permaneció debajo para formar la tierra (YIN).
Pangu se quedó en el medio, con su cabeza tocando el cielo y sus pies sobre la tierra.
Sorprendido y emocionado, Pangu se encontraba en un nuevo hábitat, lleno de luz y espacio para ponerse en pie, en un hábitat libre.
Sin embargo algo empezó a preocuparlo, y era la idea de que cielo y tierra volvieran a unirse como solían hacerlo y él quedase atrapado nuevamente en el huevo. Fue así que se colocó entre ambos, sosteniéndolas con su cabeza y sus pies por unos largos 18 mil años. Durante todo ese tiempo, Pangu continuó creciendo, por lo que sin darse cuenta, iba separando más y más las dos partes, hasta que un día sintió que la distancia entre ambos era la adecuada para que no volvieran a unirse.
En ese momento,  cayó rendido por el cansancio, sumiéndose en un sueño profundo del que nunca despertó.
De su cuerpo fueron originándose los elementos de la naturaleza: su cabello dio vida a las estrellas y la Vía Láctea; de su ojo izquierdo nació el Sol y de su ojo derecho, la Luna mientras que de su voz, el trueno y el relámpago; de su aliento se originaron el viento y las nubes; el tronco y las cuatro extremidades se transformaron en los cuatro puntos cardinales y las montañas; del resto de su carne nacieron los árboles y el sueño, mientras que de su piel y los vellos del cuerpo nacieron las hierbas y las flores.
Su sangre se convirtió en ríos y sus venas los caminos por donde éstos corrían; los metales y las piedras surgieron de los dientes y los huesos.
Su medula se transformó en jade y en perlas;  su sudor se convirtió en rocío y finalmente, los parásitos de su cuerpo se transformaron en hombres  y mujeres dando origen así a la raza humana. 
En otras versiones del mito de Pangu, sus lágrimas fluyeron para convertirse en ríos y el resplandor de sus ojos se transformó en el trueno y el relámpago. Según esta interpretación, cuando Pangu estaba contento brillaba el sol, pero cuando estaba enfadado negras nubes cubrían el cielo.

Y es así como se creó el universo, a partir del gigante Pangu.

La utilidad de la nada

Treinta rayos convergen hacia el centro de una rueda, pero es el vacío del centro el que hace útil a la rueda.
Con arcilla se moldea un recipiente, pero es el espacio vacío el que utilizamos como recipiente.
Abrimos puertas y ventanas en una casa, pero es por sus espacios vacíos que podemos utilizarla.
Así, de la existencia provienen las cosas y de la no existencia su utilidad.

Tao Te King. XI.
Lao Tse

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